martes, 24 de junio de 2014

6 Semanas en Santander...



Aviso al lector: si no estás dispuest@ a dormirte leyendo ya lo puedes ir dejando aquí; si te apetece y tienes un ratito haz un punto y seguido…

La verdad es que cuando me dijeron (más bien confirmaron, porque algo sabía) en aquella primera entrevista de trabajo que si finalmente contaban conmigo tendría que irme durante un mes y medio aproximadamente a Santander para realizar la formación de mi puesto de trabajo, enseguida se me vino a la cabeza lo que a cualquier madre, y más si los niños en cuestión no superan el metro de estatura como es mi caso… Cuanto la voy a echar de menos, ya no voy a poder llevarla al cole, ni arroparla antes de irme a dormir. Estate tranquila, me decía la gente, ella va a estar bien atendida, cuidada y querida! La vas a echar más de menos tú a ella que ella a ti. Lo sé, decía. Y lo sabía; y ahora que han pasado las 6 semanas puedo decir que lo sé.
 Pero eso era solo un % insignificante de lo que para mi suponía el tener que marchar fuera de mi casa y alejarme de mi familia durante este tiempo. Realmente sabía que no era algo que me iba a costar, pero sí tenía los miedos propios de enfrentarse a lo desconocido: Una ciudad relativamente desconocida (relativamente porque al ser la playa que tenemos más cerca raro es el año que no hemos ido algún día en verano con nuestros padres de pequeños, o incluso de más mayores con los amigos, además de visitarla por otros motivos menos ociosos) y mucho más grande que tu pueblo de casas bajas y 6000 habitantes; gente totalmente nueva en el hotel, en el centro de trabajo, en la calle… son cosas que no piensas en frío, pero que están ahí, y que además te presentan todas de golpe. 
¿Hay algo peor que tener que salir de casa 40 min antes de entrar a trabajar por solo coincide este o aquel autobús? Probablemente para alguien acostumbrado a ir andando a trabajar sí. Pero después de la primera o segunda semana ya tienes ese reloj adelantado sincronizado con la ciudad y te pasas a comportar como esa gente ya no tan desconocida. Estás asumiendo…

Pero realmente lo importante no era que yo me fuera, sino que otros se quedaban, y la verdad es que este rollo que voy a meter no es para contar la experiencia, aunque también, sino para agradecer a unas cuantas personas aquí y allí que han hecho que al final haya sido una experiencia muy bonita.
  Y además quiero hacerlo ahora que es cuando acabo de volver, porque dejar pasar el tiempo sería descuidar la memoria, y como la experiencia global ha sido muy positiva lo quiero dejar ya escrito en algún sitio. 

Centrándome en que yo marchaba, pero aquí quedaban otros, quiero agradecer en primer lugar y por encima de todo a mi chico (eso de mi marido siempre me ha sonado muy serio), y a mi madre (y a mi padre, por supuesto) que hayan cuidado de mi princesa mejor de lo que yo misma hubiera hecho. Por mimarla, jugar con ella, dormir con ella, cuidarla cuando ha estado malita y no decirme ni la mitad para que no sufriera… por tantas y tantas cosas que un niño te necesita. GRACIAS a los dos, sé que ha estado en las mejores manos y que podría dejarla mil veces más con vosotros para irme incluso a la luna! Os quiero.

Para alguien acostumbrado a estar fuera de casa trabajando, que hace muchos viajes, duerme en hoteles, etc. las cosas que pueda leer aquí tal vez le suenen a risa, pero siempre que hay un cambio en tu vida, simplemente por ser un cambio ya cambia tus esquemas, y te obliga a reaccionar para afrontar ese cambio de forma positiva. Es una cita a la que no puedes dar calabazas, así que si tenemos que acudir, porqué no hacerlo con una sonrisa? 
Para una persona tímida como yo es importante sentirse acogida y tener la sensación de que cuenta con la suficiente confianza para poder ser yo misma y dejar la timidez a un lado, así que cuando fui el primer día a este viaje llevaba muchas emociones encontradas en la maleta: nervios por no llegar tarde el primer día al centro donde nos habían mandado, por saber manejarme con el transporte (aquí el único transporte que utilizas son tus piernas), por conocer a gente nueva en todas partes… creía que esa primera semana iba a ser la más larga!!
Pero cuando iba de camino en ese viaje también iba con una sonrisa en la cara porque allí vivía una muy buena amiga a la que hacía tiempo que no veía y con la que había compartido muchas vivencias hacía tiempo. Y también sabía que ella haría todo lo posible porque yo me sintiera en casa, ella sabe lo que es vivir lejos de los tuyos… 
Tuve la suerte de trabajar toda esa primera semana solo por la mañana, así que puedo decir que tuve la mejor guía en Santander. MUCHÍSIMAS GRACIAS por cada tarde paseando, tomando los mejores batidos, perdiendo la noción del tiempo en las tiendas, por hacer el enorme esfuerzo que sé que supone para ti salir y como tú misma dices forzar la máquina un poco más simplemente por dar una vuelta y hablar y reír sin parar como hacíamos en los descansos de la universidad o en nuestro despachito morado…  me ha encantado estar en ‘tú’ ciudad porque sé que también te ha gustado y si hay algo que me hace feliz es que la gente que me rodea también lo esté. Volveremos a vernos, peque, pero esta vez pisando alcantarillas de nuestra tierra :P. Que tienes una vivista pendiente con mi casa!! Te quiero. TC
De nuestros momentos no hay fotos, y es una pena, la verdad. No me vuelve a pasar!

Cómo es la vida, verdad? Como se suele decir por ahí, cuando crees conocerlo todo, va ella y te sorprende! Y tanto que te sorprende… 
Tenía claro que durante las semanas que estuviera (nos empezaron diciendo que 4, y se acabaron convirtiendo en 6…) iba a ser la única de todos mis compañeros que no iba a estar sola al llegar cada tarde al hotel. El contar allí con una amiga fue una ventaja importante porque suponía tener  mi casa allí por un tiempo, y no una habitación vacía cuyo único ruido que te acompañaba era el de la gente hablando en la calle. Lo que yo no sabía era que aparte de tener a esta amiga allí, iba a venirme a casa con la maleta y el corazón a rebosar de cariño que me dieron otro par (y unas cuantas más que las rodean) de personitas que aparecieron allí y decidieron quedarse hasta mi último amanecer en Cantabria… 
Mela, Soraya… no tengo palabras para expresar como me he sentido estos días con vosotras. La gente dice, se extraña e incluso se ríe cuando hablas de que eres amiga de una persona ‘que has conocido por internet’. Yo, sinceramente no le encuentro diferencia con una a la que conoces en el instituto, de hecho puedo decir y siempre lo digo que conocí a mi mejor amiga por internet, y aunque la desventaja sea la distancia física, siempre hay maneras de que la emocional sea invisible, y los bonitos que son los encuentros!! Eso no lo cambio por nada…
GRACIAS en mayúsculas por ofrecerme vuestras casas y vuestras vidas estos días, chicas. Por dejarme disfrutar de ese par de renacuajos que tenéis que al fin y al cabo fueron nuestro nexo de unión. Por cada comida y cena interminables hablando de todo y de nada. Por cada risa y sonrisa que me habéis provocado, y lo más importante, y una vez más lo repito, por hacerme sentir como en casa estando lejos de la mía. 

Soraya…  contigo la palabra seriedad ha cobrado un nuevo sentido, jajaja. Me lo he pasado pipa con tus historias, con los máximos responsables, los albañiles particulares, y hasta con las aventurillas que viví con Gorka en las dunas de Liencres. 

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Gracias por ser mi taxi particular y por supuesto por dormir solo una hora y recorrer km para ver amanecer conmigo y hacer un despierta juntas, y por primera vez para mí. Ese amanecer es el recuerdo más bonito que me llevo. Gracias por ser como eres, loca, divertida y auténtica en mayúsculas! Te quiero un huevo de camello, pero con pelo!! 


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Mela… ay, rubia. Cuánto hace que nos conocemos? Un mes? No me lo creo! Quién me iba a decir a mí que aquel “me conformo con un achuchón“ en el Facebook cuando descubriste que estaba en tu tierra se iba a convertir en una pila de abrazos (lo de los besos queda entre tú y yo) de los más sinceros que he recibido (y dado) nunca.  Muchísimas gracias por abrirme tu casa como si fuera la mía; por dejarme descalzar en tu alfombra de rayas con sabor a África, por llenarme la copa de vino, por cada vez que me has llamado Yess (muy poca gente lo hace y no saben que es lo que más me gusta), por todo lo que has hecho estos días por mí. Tus fotos ya me transmitían una magia especial, pero es que tú eres magia sin más.  Gracias también por presentarme a toda esa gente tan auténtica que te rodea. Un beso enorme a Mar, Lula, Javier, Charo, Fernando… y seguro que alguno me dejo.

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Como ya te dije, me has tocado el corazón, y puedo asegurarte que nunca olvidaré estos días con vosotras.  Te quiero hasta la luna y volver, como dice Michelle.  Y a tu peque me la como de lo linda y salada que es! 

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Ah!, y muchísimas gracias por personalizar mi casa con esa Y tan cuqui, y por esos marquitos que ya están esperando las fotos full of magic.

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No me voy a enrollar aquí tres días, así que simplemente gracias a las dos por llevarme a comer a sitios para chuparse los dedos (incluso la ensalada con la lechuga del huerto de Javier),  por  perdernos en un bosque mágico con las cámaras, y por una tarde cálida y especial en las dunas, por los mensajes, las llamadas… y por todo lo demás. Os he puesto una casa en mi corazón, así que llegad de vez en cuando. ♥

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Y no quería terminar esta reflexión sin agradecer a todos los que de una forma u otra me habéis animado estas semanas ya sea a través del facebook, instagram, whastapp, etc. Me he sentido  tan animada y querida que casi hasta querría volver… que es una bromaaaaaaaaa!!!  Mil besos a repartir.

Pronto muchas más fotos... 

Yess.